B SOSTENIBLE

B SOSTENIBLE

miércoles, 20 de abril de 2016

Energía eólica sin aspas ni palas revoluciona España


vortepa

Una tecnología novedosa esta revolucionando la tradicional forma de generar energía eólica, elminando las aspas y aumentando la sostenibilidad.

Menos ruido, menos espacio, más ahorro y sobretodo no mata aves asi es la nueva energía eólica que esta revolucionando a España y se llama Vortex Bladless.  David Yañez, David Suriol y Raúl Martín, son los padres de esta criatura tecnológica que esta haciendo historia y marcando una nueva pauta. 
Vortex Bladeless consiste en un cilindro cónico vertical anclado al terreno mediante una varilla elástica que, con el paso del aire a su alrededor, oscila y, gracias a un sistema de bobinas e imanes, permite la generación de electricidad con ese movimiento.
zupo

La nueva tecnología Vortex crea un modelo de aerogeneradores diferentes a los que conocemos hoy en día,los que se mueven de una manera diferente, pero que aportan muchas ventajas. Energía Limpia XXI desctaca que Vortex es un 60% más efectiva que la tecnología eólica que hoy conocemos produciendo menos ruido, en menos espacio y evitando la muerte de miles de aves que se son golpeadas por los molinos tradicionales.

trexpa

Principio físico
Una calle de vórtices de von Kármán es un patrón que se repite de vórtices en remolino causados por la separación no estacionaria de la capa de fluido al pasar sobre cuerpos sumergidos. Debe su nombre al ingeniero y estudioso de la dinámica de los fluidos, Theodore von Kármán.
En estos días la energía solar, geotérmica, hidroeléctrica y biomasa están en un creciente auge, pero este nuevo invento ha inyectado una bocanada de aire fresco al sector de las renovables de viento. Estaremos pendientes de nuevos adelantos tecnológicos.

jueves, 14 de abril de 2016

La 'factura' del cambio climático: entre 2,2 y 21 billones de euros


Varias personas intentan recuperar sus pertenencias tras las inundaciones en Peshawar (Pakistán). EFE

Una investigación publicada en 'Nature Climate Change'


Las peores consecuencias del cambio climático, como los eventos climáticos extremos, podrían amenazar a más de 21 billones (europeos, es decir, millones de millones) de euros en activos financieros globales (el 17 % del total) poniendo en un brete la economía mundial, según un estudio publicado en la revista científica Nature Climate Change.

El estudio, realizado por investigadores de la London School of Economics y del Centro Grantham de Investigación del Cambio Climático, ambos en el Reino Unido, alerta de que el impacto del calentamiento "destruirá directamente parte de los bienes de capital". Investigaciones anteriores habían advertido del riesgo de los activos financieros relacionados con las actividades que provocan el cambio climático, como es el caso de las inversiones en reservas de petróleo, carbón y gas, ya que las políticas para combatir este fenómeno podrían hacer que estos activos no puedan utilizarse y pierdan su valor.

Sin embargo, hasta hoy apenas había estudios sobre los activos en riesgo a causa de los daños que se prevé que cause el calentamiento global.

Los investigadores Simon Dietz, Alex Bowen, Charlie Dixon y Philip Gradwell han realizado este novedoso análisis y detectado que si los países mantienen la trayectoria de emisiones de CO2 actual el 1,8 % del valor de mercado actual de los activos financieros está en riesgo, lo que equivale a 2,2 billones de euros.

Si además de no actuar contra el calentamiento se tienen en cuenta las predicciones científicas (de los informes del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático, IPCC, por sus siglas en inglés) sobre cuáles serán sus efectos, más de 21 billones de dólares en activos financieros están en riesgo (el 17 % del valor de mercado total), según este estudio.

Las pérdidas se deberían a la destrucción directa de los activos por el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos (olas de calor, incendios, o sequías), y a la reducción de ganancias por el impacto que tendría en las actividades económicas el aumento de temperatura. El estudio concluye que la aplicación de políticas para evitar que las temperaturas suban más de 2 grados centígrados a finales de siglo respecto a niveles preindustriales reduciría significativamente este riesgo.

"Los inversores a largo plazo saldrían ganando claramente en un mundo bajo en carbono", subraya el director del estudio y profesor de la London School of Economics, Simon Dietz, quien cree que los poseedores de planes de pensiones deben "reflexionar seriamente sobre esta cuestión".

El pasado enero el Foro Económico Mundial de Davos ya alertó de que una catástrofe causada por el cambio climático es la mayor amenaza potencial para la economía mundial en el año 2016.

Publicado en EL MUNDO

martes, 12 de abril de 2016

GUÍA PARA ESTILOS DE VIDA BAJOS EN EMISIONES



Mukti Mitchell, promotor de prácticas personales contra el cambio climático

Con más de una década manteniendo una vida con bajo impacto ambiental, Mitchell destaca claves personales. El autor ha diseñado calculadoras de carbono para uso ciudadano, es navegante con cero emisiones y emprende en el ámbito de la vivienda sostenible.

 pasado, los líderes mundiales se reunieron con el objetivo de alcanzar acuerdos sobre reducciones de CO2 de alcance internacional. Supuso una ocasión única para conseguir resultados. Lo más importante era llegar a un acuerdo que permitiera a todo el mundo empezar a trabajar para afrontar el cambio climático. En realidad, tendremos que adoptar objetivos cada vez más exigentes a medida que pasen los años, así que en esta fase lo primordial no es ponernos a discutir sobre los niveles exactos.


“Para afrontar el cambio climático, tendremos que adoptar objetivos más exigentes a medida que pasen los años. Pero arrancar con unas metas sencillas es una buena idea”

Arrancar con unas metas relativamente sencillas es una buena idea. Tenemos una enorme sociedad internacional que viaja a velocidad de crucero, como si se tratase de una estampida de bisontes a la carrera por las praderas de Norteamérica. Si lo que queremos es lograr que esa manada cambie de dirección y se dé la vuelta, no será encarándonos directamente. La única forma de abordar ese problema será lateralmente, para que comiencen a cambiar de rumbo. Para empezar se consigue que modifiquen ligeramente su dirección y después, empujándoles poco a poco, cada vez más, finalmente podremos obligarles a tomar la dirección opuesta.

En definitiva, eso es lo que necesitamos hacer con las emisiones de CO2 si queremos evitar un cambio climático catastrófico. No solo será necesario reducir a cero nuestras emisiones de CO2, también habrá que aplicar tecnologías de secuestro de carbono naturales a gran escala, dirigidas a reducir los niveles de CO2 existentes, como las prácticas agrícolas mejoradas para que los suelos sirvan como sumidero de carbono, el empleo del biocarbón o la reforestación.

Si se fundiese todo el hielo atrapado en los casquetes polares Ártico y Antártico, así como en Groenlandia, el nivel de los mares subiría 65 metros. Este es un dato poco conocido. Podría tardar más de 100 años en suceder, pero es algo que ya están provocando actualmente las emisiones de CO2y la ventana de oportunidad para reducirlas a tiempo solamente permanecerá abierta durante los próximos 10 o 20 años. A la vista de esta urgencia, la cumbre COP 2015 podría ser uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad.

Cuantos más esfuerzos sumemos colectivamente para reducir nuestras huellas de carbono personales, mejor será.

Esta década constituye la auténtica oportunidad para abordar el cambio climático, ya que dentro de 20 o 30 años el futuro estará decidido. Lo que hace falta es un cambio de mentalidad. Si todos nos unimos y damos lo mejor de nosotros mismos, tendremos posibilidades de éxito reales.
Por qué menos emisiones personales es más calidad de vida

La buena noticia es que, tras 20 años de experimentos relacionados con la vida sostenible, puedo defender que al ayudar a reducir el cambio climático también se puede incrementar drásticamente la calidad de vida. Por lo tanto, un estilo de vida de bajas emisiones resuelve estos dos problemas a la vez. Esto se debe a que las actividades bajas en carbono son más beneficiosas para la salud y el estado de ánimo, además de hacernos sentir mejor con nosotros mismos: factores que contribuyen a la felicidad mucho más de lo que solemos pensar. ¡Pruébelo! Elija una acción destinada a recortar, aunque sea solo un poquito, su huella de carbono. Verá cómo enseguida obtiene respuesta, se sentirá mejor en cuestión de un solo mes.

“Las actividades bajas en carbono son más beneficiosas para la salud y el estado de ánimo, además de hacernos sentir mejor con nosotros mismos”

Una huella de carbono anual con valores típicos del Reino Unido implica 10 toneladas de CO2 anuales por persona y comprende cinco áreas clave del estilo de vida. Cada uno conlleva unas dos toneladas de emisiones: calefacción doméstica, transporte, producción y distribución de alimentos, vacaciones y compra de productos. Así pues, para adoptar un estilo de vida bajo en emisiones de carbono, aislamos nuestra vivienda, compartimos el transporte, consumimos alimentos ecológicos de producción local, evitamos el avión para las vacaciones y compramos productos de larga duración.

La perspectiva más satisfactoria consiste en medir nuestra huella de carbono y luego fijarnos como meta reducirla un 4 % cada año, un objetivo fácil de cumplir. Se puede medir utilizando la calculadora de carbono que he diseñado, reconocida como la herramienta más precisa y sencilla de utilizar que hay en internet.

A continuación, enumeraré cinco métodos simples y eficaces para reducir su huella de carbono personal:

  1. Aísle su vivienda por medio de la instalación de aislamiento en los techos, elementos de impermeabilización, acristalamiento doble o secundario e instalación de paneles en suelos y paredes (para lograr más efectividad y reducir costes).
  2. Comparta los medios de transporte: autobuses, trenes y coches con todas sus plazas ocupadas emiten solamente la cuarta parte de emisiones que provoca un viaje en automóvil en solitario.
  3. Consuma alimentos ecológicos y de producción cercana. Idealmente, procedentes de explotaciones agrícolas orgánicas y huertos a pequeña escala, dado que los métodos de la agricultura pueden generar todavía más emisiones que el transporte.
  4. Utilice su dinero como si fuese un voto: destínelo a organizaciones que le gustaría ver formar parte de su mundo ideal. Para mí, en esa categoría entran tiendas y granjas con principios éticos, a pequeña escala, lugares donde a mí personalmente me gustaría trabajar. Gastar el dinero en las tiendas que le gusten le hará sentirse realmente bien, con una actitud positiva, ya que está ayudando a construir el mundo en el que quiere vivir.
  5. Váyase de vacaciones, pero evite los aviones: debido al fenómeno del forzamiento radiativo, las emisiones que se producen a gran altitud son aproximadamente tres veces más perjudiciales. Además, ¡viajar en barco o tren resulta mucho más divertido!


“Hágale un regalo al planeta, también será un regalo para usted”

Probablemente le interese echar un vistazo a los distintos ámbitos del estilo de vida que componen su huella de carbono y empezar por los que le parezcan más fáciles de afrontar personalmente. No se sienta culpable por su huella de carbono: a todos nos han inculcado que una vida plena implica necesariamente enriquecerse y consumir más. Cuanto mayor sea su huella de carbono inicial, más fácil le resultará reducirla. Además, incluso viviendo según un estilo bajo en emisiones de carbono, siempre queda hueco para algún capricho. Disfrutar ocasionalmente de alimentos exóticos o salir en coche al cine alguna vez no suponen grandes diferencias. Son las actividades cotidianas las que suman a lo grande.

Como reza aquella célebre cita de Gandhi “Sea el cambio que quiere ver en el mundo”. Empiece dando un puñado de pasitos y no tardará en notar que se siente mejor. Hágale un regalo al planeta, también será un regalo para usted.


MUKTI MITCHELL

Mukti Mitchell es director de la empresa CosyHome Company, dedicada a realizar reformas e instalar aislamientos para el ahorro de energía en viviendas e inmuebles antiguos. Es autor de la guía ‘The Guide to Low Carbon Lifestyles“ (Guía para los estilos de vida bajos en carbono, de descarga gratuita). Asimismo, también ha diseñado cinco calculadoras de la huella de carbono. Lleva 15 años siguiendo un estilo de vida de baja emisión de carbono. También es popular en Reino Unido por haber circunnavegado el país en un microyate que genera cero emisiones.

https://colour-of-money.co.uk/low-carbon-living-makes-you-happy/

Texto publicado originalmente en The Colour of Money (Triodos Bank Reino Unido)

lunes, 11 de abril de 2016

Nuevos problemas, nuevas oportunidades por Casimiro García-Abadillo


La vieja política, con otro aspecto, sigue instalada en nuestro sistema. En el último debate de investidura se habló de muchos temas, desde la ejecución de Puig Antich, al pacto de los Toros de Guisando, pasando, naturalmente, por las diputaciones, pero ningún líder político entró a fondo en el que probablemente será el mayor problema al que nos enfrentemos en los próximos años: el envejecimiento de la población y las dificultades para pagar las pensiones.


Los datos sobre población de Naciones Unidas nos dibujan un panorama complejo. Los habitantes del planeta pasarán de 7.200 millones (2015) a 8.100 millones (2025). Ese aumento del 12,5% en sólo diez años plantea enormes retos, no tanto por la cantidad, sino porque la concentración de la natalidad en los países más pobres.

Tendremos que hacer frente a nuevas olas migratorias. La escasez de agua y alimentos y la aceleración del cambio climático serán amenazas reales para el Planeta.

Sin embargo, al mismo tiempo, Europa vivirá una etapa de pérdida y envejecimiento de la población. En España, los efectos de la pirámide de población convivirán con las altas tasas de paro: los mayores de 65 años representarán el 38% de la población en 2050, año en que, según datos del INE, tendremos un trabajador en activo por cada dependiente.

No podemos permitirnos el lujo de la estulticia. La cuestión que hay que resolver es qué sectores pueden generar más empleos y, al mismo tiempo, ser menos contaminantes y productivos.

Vamos a vivir en un mundo en el que las grandes desigualdades tenderán a reducirse. Probablemente, los países ricos perderán renta per cápita y los países en desarrollo ganarán poder adquisitivo (ejemplo: China).

Pero las nuevas necesidades pueden crear nuevas oportunidades. Por ejemplo, la agricultura será un sector con fuerte desarrollo. No sólo porque aumentará la demanda, sino por la incorporación de la tecnología de forma intensiva al cultivo y a la mejora de los alimentos.

Las nuevas fuentes de energía continuarán su desarrollo. La producción de energías limpias cada vez será más barata y su uso masivo puede reducir su coste hasta límites insospechados. Prescindir de las fuentes generadoras de emisiones de CO2 debe ser prioritario.

El agua y la reducción de la contaminación también generarán empleo y riqueza.

En los países desarrollados todas las actividades relacionadas con la dependencia y la tercera edad generarán nuevas demandas y, por tanto, servirán para crear nuevos empleos.

La UE debe hacer su presupuesto mirando al futuro y no con la vista puesta en la conservación del statu quo.


Casimiro García-Abadillo es periodista y columnista de El Mundo.

Sigue la conversación en Twitter a través de #RetoDemográfico

Publicado en VALOR DIGITAL

viernes, 8 de abril de 2016

El agua y los Objetivos de Desarrollo Sostenible: compromisos urgentes



Foto: © Kiran Valipa

La escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial

A través del acceso universal al agua podemos reducir la pobreza, erradicar el hambre y luchar contra la propagación de enfermedades, al mismo tiempo que impulsamos ciudades más sostenibles y medidas contra el calentamiento global. 

2015 fue un año crucial para el impulso del desarrollo sostenible. Esto fue en gran parte posible por los acontecimientos y el foco de las agendas globales, alineadas para crear un ambiente de oportunidad y expectación del que todos hemos sido parte. Más aún en el caso de las empresas que han hecho del desarrollo sostenible uno de sus pilares fundamentales.

El Acuerdo de París es el máximo exponente de la amplia aceptación que ha ganado la sostenibilidad a escala mundial, tratándose del primer pacto universal de lucha contra el cambio climático, bajo el que se aglutinan casi todos los países del planeta.

Asimismo, en septiembre de 2015 fueron aprobados por Naciones Unidas los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una apuesta colectiva, rotunda e ineludible en favor de un mundo más justo y sostenible. El horizonte de los ODS, tejido a base de compromisos concretos, dibuja el marco ideal que queremos para la humanidad de cara a 2030. Además, es representativo de un ejercicio de consenso, pues de manera exhaustiva y rigurosa se ha contado con las opiniones y la experiencia de cientos de miles de personas, de organizaciones, de gobiernos y de expertos.

Es imprescindible tomar conciencia de que, para que estos Objetivos sean exitosos a escala global, hay que actuar desde la responsabilidad compartida. Desde gobiernos, instituciones y entidades hasta el conjunto de la ciudadanía y, muy especialmente, desde las empresas, hay que exigir −y exigirnos− la máxima implicación en este proceso.

Estamos sin duda en una espiral evolutiva, casi centrífuga, hacia una gran alianza. Las empresas tenemos que asumir un rol protagonistacomo motor del desarrollo económico y social en nuestros ámbitos de actuación y como aglutinador de todos los grupos de interés, para que el esfuerzo conjunto sirva para mejorar la calidad de vida de toda la sociedad. Ese es el camino a seguir; no debería haber ni titubeos ni marcha atrás. Actualmente nos enfrentamos, como humanidad, al gran reto de conseguir preservar y garantizar, en el futuro, el acceso a todos los recursos naturales, especialmente el agua.

Tres de los nuevos ODS están estrechamente relacionados con el uso y disfrute del agua: garantizar su disponibilidad y gestión sostenible, conservar los océanos y recursos marinos, y asegurar el acceso a energías sostenibles. Por estas y otras múltiples razones, estos objetivos son y deben ser la nueva brújula.

Actualmente, la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial y 2,4 millones de personas no disponen de servicios básicos de saneamiento como baños o letrinas. Al menos 1,8 millones de personas utilizan una fuente de agua potable que está contaminada y más del 80% de las aguas residuales resultantes de las actividades humanas se vierte en los ríos o el mar sin ser depurada.

El reto no es fácil. El agua es un elemento transversal y una condición para el cumplimiento del resto de los ODS, que han de terminar la tarea que comenzaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Solo si conseguimos avanzar de manera exponencial en el acceso universal al agua y al saneamiento podremos ayudar a reducir la pobreza, a erradicar el hambre y a luchar contra la propagación de enfermedades, así como a trabajar en el diseño de ciudades más sostenibles y en la implantación de medidas contra el calentamiento global. En este sentido, habrá que innovar de manera cada vez más veloz y desde la perspectiva del desarrollo sostenible. Y tenemos que hacerlo contribuyendo a la calidad de vida de las sociedades sin comprometer las del futuro.

Poner el foco en los ODS nos permitirá convertirnos en un agente clave en su resolución: desarrollando tecnologías para lograr una mayor eficiencia en la gestión del agua; acompañando a los sectores productivos en la mejora de sus procesos, encontrando fórmulas que garanticen la distribución equitativa de los recursos hídricos y concienciando a la sociedad sobre la necesidad de preservarlos. Solo así podremos tomar las riendas para lograr un mundo más igualitario, justo y sostenible; un modelo que garantice el progreso y el bienestar. Pensado para las personas. Para quienes lo habitamos hoy y para quienes vivan en el siglo que viene.

Publicado por Ángel Simón, presidente de Agbar y vicepresidente de Water Europe en Suez, en:


jueves, 7 de abril de 2016

¿Y si esto del suministro eléctrico lo hacemos entre nosotros? por Fernando Ferrando
















Fuente imagen: OCU

La economía colaborativa (*) o el consumo colaborativo forma parte ya de un presente económico que quiere romper las estructuras comerciales actuales, basadas más en criterios económicos que en la cobertura de necesidades reales y la satisfacción de los ciudadanos. Aunque como concepto nos pueda sonar como algo ajeno, no lo son sin embargo muchas de las iniciativas que alrededor del mismo están disponibles. ¿Quién no ha oído hablar de UBER o BlaBlaCar, como alternativas de transporte, de la plataforma Airbnb para compartir espacios habitacionales o de los sistemas de crowdfunding para financiar iniciativas de todo tipo?

El crecimiento y auge del consumo colaborativo está causado por la coexistencia de tres elementos:

  1. El desarrollo de internet y el valor que aporta a los consumidores a través de la aparición de plataformas de consumo colaborativo que facilitan el encuentro entre la oferta y la demanda de un bien o servicio entre iguales (P2P).
  2. El hecho de que las características del bien o el servicio demandado es posible compartirlo o intercambiarlo entre particulares como iguales, sin la necesidad de acceder a modelos tradicionales de comercio y depender de grandes corporaciones. La tecnología juega aquí un papel básico en la disponibilidad y adaptación de los bienes y servicios para que sea posible su intercambio.
  3. Y el más importante, amparado en las posibilidades que abren los dos anteriores, es el empoderamiento y el cambio cultural de la sociedad y que están provocando una respuesta clara frente a la perdida reputacional de muchas de las organizaciones empresariales que hasta ahora prestaban los servicios bajo condiciones reguladas.

El resultado es que cada vez más personas, apoyándose en plataformas digitales, están accediendo a compartir e intercambiar bienes y servicios en condiciones económicas más favorables y con mayores grados de satisfacción que los aportados al consumir mediante canales tradicionales.

Las barreras que el consumo colaborativo está encontrando no están definidas por cuestiones de factibilidad sino por la oposición de los sectores tradicionalmente establecidos a permitir la aparición de nuevas prácticas que no solo reducen su cifra de negocio sino también la capacidad y control que tienen en la fijación de las condiciones de mercado.

A esta presión lobista se suma la de los distintos organismos de la Administración Central, más preocupados por la reducción de ingresos fiscales que supone el intercambio no regulado de bienes y servicios entre particulares que por cumplir la demanda social para crear un marco regulatorio que consolide la puesta en marcha de estas prácticas. La Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia (CNMC), dentro de un proceso de discusión interna, ha tomado la decisión de no darle carta de naturaleza a esta práctica, en contra de lo que están haciendo otros países creando marcos regulatorios específicos para las distintas plataformas.

Ahora bien, si estamos hablando de transporte, de soluciones habitacionales, de financiación y ahorro…, ¿podríamos hablar de consumo colaborativo en la cobertura de la demanda de electricidad?

La respuesta es un sí rotundo. De hecho, si analizáramos la idoneidad con respecto a cada uno de los tres elementos que considerábamos básicos tendríamos que:

El desarrollo de instrumentos de medida y gestión de información permite, sin ningún problema, no solo convertir al consumidor en un generador, sino que gestione su propia demanda para acoplarla a la oferta y poner en tiempo real en el mercado energía eléctrica excedentaria para que otros usuarios la puedan consumir, estableciendo los acuerdos de intercambio que sean necesarios y soportando los costes reales de uso de las redes y mecanismos de apoyo del sistema eléctrico. No confundir el pago por uso con el impuesto al sol, medida arbitraria del actual gobierno para hacer inviable la generación en consumo.
La tecnología de los sistemas de generación fotovoltaicos y de almacenamiento ha reducido sus costes de tal manera que hoy en día es más barato generar energía en el lugar de consumo que comprarla de la red de suministro.
La sensación del consumidor es de desconfianza en el sector eléctrico, a pesar de que considere la electricidad como un excelente producto.

Si se analiza el grado de desarrollo de las plataformas digitales y la evolución tecnológica de los sistemas fotovoltaicos, se puede asegurar que en un futuro cercano se va a producir la aparición en el mercado de una nueva figura: “El Consumidor-Productor Colaborativo”.

Esta nueva figura supone que el consumidor es a la vez productor de electricidad; consumidor de forma instantánea de la energía que necesita para cubrir sus necesidades; suministrador a otros consumidores de la energía excedente y demandante, de la misma forma, de la energía no cubierta por su producción. La diferencia entre el desarrollo colaborativo y el conocido como Autoconsumo con Balance Neto radica en que el intercambio se realiza de igual a igual (P2P) con otros consumidores y no a través del modelo unidireccional actual.

El consumo colaborativo de electricidad es un paso más hacia el autoconsumo porque no estamos hablando solamente de la posibilidad de generar nuestra energía eléctrica sino de introducir la opción de intercambio normalizado de los excedentes de forma bilateral y abierta entre consumidores, lo que implícitamente lleva a una optimización del diseño de la instalación fotovoltaica de generación en la que el almacenamiento es pieza clavecomo elemento de gestión pero sin el tamaño exigible hoy en día.

¿Qué necesitamos para que esta práctica se desarrolle, si existe demanda social y técnica y económicamente es viable? 

Pues claramente, y no solo en el caso de la electricidad, necesitamos disponer de una regulación que permita poner en marcha las relaciones entre consumidores de forma operativamente normalizada, situación que por proteccionismo con respecto a los sectores económicos tradicionales se está desarrollando en sentido contrario, lo que supone que se acabe haciendo de manera “ilegal”, con el consiguiente perjuicio y riesgo para todos los actores implicados.

La sociedad necesita que se desarrolle la Economía Colaborativa para avanzar y recuperar los derechos que como consumidores hemos ido perdiendo al considerar el consumo como medida de recuperación económica frente a lo que debería ser cubrir de forma racional y satisfactoria nuestras necesidades. Derechos que no recuperaremos hasta que el Consumidor se convierta en Ciudadano.

(*) Economía Colaborativa. – Sistema económico en el que se comparten e intercambian bienes y servicios entre dos sujetos para satisfacer sus necesidades reales, mediante la utilización de canales digitales que permiten leer e interpretar la disponibilidad real de la oferta y de la demanda


Publicado por: Fernando Ferrando – Vicepresidente Fundación Renovables

miércoles, 6 de abril de 2016

¿Cuantos años nos quedan en el planeta Tierra de las principales materias primas?



Os dejamos una infografía en donde podéis ver cuantos años nos quedan de los principales metales que consumimos y de fuentes de energía teniendo en cuenta las reservas hoy conocidas y los actuales niveles de consumo. El gráfico es alarmante ya que técnicamente a los precios actuales nos quedaremos sin muchos de los metales que hoy consumimos en pocas décadas.

Sin embargo también tenéis que tener en cuenta que estamos haciendo la ecuación con el nivel actual de reservas de cada metal que son económicamente viables que sean explotadas a los precios actuales. Si los precios suben entonces la cantidad de reservas viables aumentará.

Por ejemplo el oro es un mineral que suele encontrarse muy disperso y en bajas concentraciones. Generalmente no es viable explotar una mina de oro cuando la cantidad de oro encontrada no supera los 0,1 gramos de oro por tonelada de terreno. Si embargo si el oro dobla su precio, haciendo viable explotaciones de 0,05 gramos de oro por tonelada de terreno las reservas viables de metal dorado aumentan considerablemente.

La conclusión que podemos sacar del gráfico es sin embargo bastante sencilla. O bien empezamos a consumir menos, o bien realizamos descubrimientos espectaculares de yacimientos o bien el precio de muchas materias primas aumentará considerablemente durante los próximos años.

martes, 5 de abril de 2016

JEREMY RIFKIN: “NO HAY PLAN B”


Una tercera revolución industrial para combatir el cambio climático y vivir mejor

Rifkin traza las líneas para llevar a cabo la transición necesaria hacia un futuro sostenible, gestionando adecuadamente los recursos naturales del planeta y nuestras relaciones económicas y sociales.


“There is no plan B!” Con estas palabras concluía Jeremy Rifkin su ponencia en la sucursal belga de Triodos Bank hace unos meses. Durante su discurso, perfiló el futuro retrato de una Europa inteligente, verde y digital, basándose en el documento estratégico que ha redactado para la Comisión Europea.

Para Rifkin, “la clave de esta nueva Europa es lo que podríamos denominar la Tercera Revolución Industrial: una completa transición sostenible de la mano de las tecnologías de la comunicación, la energía y el transporte”. Sus consignas son transparentes y se basan al mismo tiempo en una visión humanística y holística.


“Todavía estamos dormidos”, señala en referencia al cambio climático, pero también al hecho de que hayamos iniciado la sexta extinción masiva de la historia del planeta, un elemento confirmado recientemente por biólogos de universidades tan prestigiosas como Stanford, Berkeley y Princeton.

La especie humana traspasa los límites planetarios, abandonando el espacio operativo seguro de la Tierra. “Tenemos que actuar como si pudiéramos revertir el rumbo del cambio climático”, advierte. La necesidad de esta transición sostenible está de sobra demostrada. Pero, ¿cómo abordarla?
Tercera Revolución Industrial

En lo que él mismo califica como Tercera Revolución Industrial, Jeremy Rifkin traza las directrices de un futuro en el que reconstruiremos en profundidad nuestras actividades económicas y sociales, pondremos fin a la sobreexplotación del ecosistema planetario y todos viviremos mejor. Una visión del futuro que marca un optimismo acérrimo. En su libro homónimo, Rifkin analiza las dos revoluciones industriales anteriores y aventura una tercera que ya muestra signos de existencia. “Una revolución industrial se produce en el momento en el que se dan tres condiciones: cuando en una sociedad los sistemas de comunicación, la gestión de la energía y el sistema de transporte se enfrentan, cada uno, a sus propias revoluciones y derivan en un nuevo nivel superior”, sostiene Rifkin.

Jeremy Rifkin durante la conferencia ofrecida en Triodos Bank Bélgica el 10 de junio de 2015.

“Ahora bien, resulta que en estos tres ámbitos ya han comenzado estas revoluciones o bien se están intensificando”.

Internet de las cosas

Jeremy Rifkin considera “el internet de las cosas” como un mecanismo inteligente que une entre sí a las empresas y organizaciones activas en el sector de las energías renovables, la logística y las tecnologías de la información. En este caso, se trata de nuevos modelos de negocio aún relativamente limitados, pero que son la punta de lanza de megatendencias que, en opinión de numerosos expertos, se desarrollarán de manera exponencial durante el próximo decenio.

En efecto, imaginemos por un instante que todo el mundo vive en una casa pasiva, con una demanda energética mínima, y que todas las viviendas producen más energía de la que consumen. ¿Qué impacto tendría esto en la sociedad? ¿Qué sucedería con los proveedores actuales? ¿Y con la industria eléctrica?

Asimismo, el economista asocia estos cambios a otras modificaciones profundas que afectan a los otros dos sectores mencionados, el transporte y las tecnologías de la información: “Los vehículos eléctricos, el transporte sin conductor dirigido por GPS, la economía circular, el intercambio de conocimientos open source, el consumo colaborativo, la impresión 3D y otras fabricaciones digitales a demanda crean una nueva sociedad de coste marginal cero, en la que la reproducción digital permite desarrollarse sin gastos”.
Coste marginal cero

En su último libro, “La sociedad de coste marginal cero”, Jeremy Rifkin aborda este innovador concepto de coste marginal casi nulo que facilitan las nuevas tecnologías y que podría desencadenar en un nuevo paradigma económico. ¿En qué consiste? Explica Rifkin: “Si se apuesta al máximo por la combinación de energías renovables, transporte sin conductor y conectividad, el coste marginal de la producción digital y física se reduce prácticamente a cero. Así, es posible crear más prosperidad sin consumir cada vez más materias primas ni tener que recurrir a una mano de obra cada vez más barata”.


“Es posible crear más prosperidad sin consumir cada vez más materias primas”

Muchas de las ideas abordadas por Rifkin ya están en marcha. Cita, por ejemplo, algunas cifras relativas a la energía solar: “En 1977, el coste de la producción de un vatio de energía solar ascendía a 76 dólares. En 2017, no superará los 0,36 dólares. Si pudiéramos explotar aunque solo fuese el 0,1% de la energía transmitida por el Sol a la Tierra, dispondríamos de seis veces nuestra demanda de energía actual.” También da cifras que nos hacen reflexionar sobre cuál es nuestra forma de transporte. “Un solo vehículo compartido permite evitar que se produzcan otros quince y el uso compartido de vehículos puede reducir un 80% el tráfico en una ciudad media americana”, afirma.


Último libro de Jeremy Rifkin
No hay mano invisible

Más ejemplos. Actualmente, la impresión 3D utiliza una décima parte del material necesario en los procesos de producción tradicionales. Asimismo, menciona un estudio de Cisco que afirma que para el año 2022, el internet de las cosas podrá generar 14.400 millones de dólares en ahorros de costes y volumen de negocios.

Gracias al aumento de la eficacia y la productividad resultantes del internet de las cosas, Rifkin también prevé una migración del empleo hacia una economía más social. Define este concepto en sentido amplio, “como el de todos los sectores en los que predomina la interacción humana: la enseñanza, la atención sanitaria, la atención a la infancia y a los mayores, el sector no comercial, el sector medioambiental, pero también el arte, la cultura, el deporte y el entretenimiento”.


“Es necesaria la actuación conjunta de todos los actores sociales para una transición sostenible”

Rifkin no cree que exista una “mano invisible” que facilite la transición sostenible, sino que ve necesaria la actuación conjunta de todos los actores sociales: “Si en vez de desarrollar por separado los avances tecnológicos en el mundo de internet, las energías renovables y el transporte sostenible lo hiciéramos de forma conjunta, generando sinergias, entonces la Tercera Revolución Industrial podría conducirnos hacia un modelo socioeconómico sostenible”, afirma convencido.

Hacia un futuro sostenible

Pero, ¿quiénes son estos actores sociales? “Existen diversos grupos de interés implicados en redes necesarias para promover la transición hacia una economía circular: desde administraciones y empresas al mundo académico, el ámbito social e individuos motivados. Esto requiere una correspondencia de los objetivos estratégicos a corto y largo plazo, un gobierno fuerte que defina las directrices y una excelente coordinación capaz de poner en relación diferentes ámbitos políticos y sectores”, explica Rifkin.

Debemos unirnos todos para apostar a gran escala por la eficiencia energética, “ya sea en calidad de ciudadano, de pyme, de multinacional o de poderes públicos. No hay excusa, no hay plan B”.


JEREMY RIFKIN

Nacido en 1943 en Denver (Colorado), es economista, sociólogo, asesor político y orador de reconocido prestigio. Ha publicado numerosas obras, entre las que destacan La sociedad de coste marginal cero, La Tercera Revolución Industrial, La civilización empática o El fin del trabajo. Rifkin investiga cuál es el impacto de la ciencia y la tecnología en la economía, la sociedad y el medio ambiente. Es presidente de la Fundación de Tendencias Económicas y asesor político de la Unión Europea y de jefes de estado de todo el mundo.

Texto: Floris van Cauwelaert · Fotos: Foundation on Economic Trends y Laure Voortzar