B SOSTENIBLE

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jueves, 25 de febrero de 2016

Fotosíntesis artificial

SINC


Investigadores de la multinacional alemana Siemens han desarrollado un sistema que utiliza el excedente de energía de las renovables para convertir el dióxido de carbono en compuestos aptos para la industria, como el etileno y el monóxido de carbono. Los desarrolladores aún no han logrado recrear todo el proceso de fotosíntesis, ya que involucra muchas estructuras de proteínas complejas e interconectadas difíciles de imitar en un laboratorio. Pero esperan conseguirlo en dos años.
Un equipo de Siemens Corporate Technology, en Múnich, ha desarrollado un sistema capaz de imitar la fotosíntesis para transformar el CO2 en productos químicos de gran valor para la industria. Para imitar el proceso biológico, se utiliza el excedente de energía de las renovables.
Según la firma, no existe ninguna otra reacción química tan productiva como la fotosíntesis, un biomecanismo por el que la energía solar y el agua convierten el CO2 en energía rica en sustancias para las plantas. De hecho, los científicos han estimado que las plantas producen 150.000 millones de toneladas de energía rica en biomasa en todo el mundo cada año y, por ello, estudian la forma de replicarlo.
Han creado unos pequeños módulos donde se pueden simular energéticamente el dióxido de carbono, de la misma forma que en las células vegetales
Aunque todavía no se ha conseguido recrear el proceso en su totalidad, ya que involucra muchas estructuras de proteínas complejas e interconectadas difíciles de imitar en un laboratorio, los desarrolladores de Siemens acaban de dar un importante paso para hacer realidad la fotosíntesis sintética. Para ello, han creado unos módulos del tamaño de una caja de zapatos donde se pueden simular energéticamente el dióxido de carbono, de la misma forma que en las células vegetales.
Dependiendo de las condiciones en las que se realicen estas pruebas, el CO2 activado reacciona para crear una gran variedad de otro tipo de moléculas como: el etileno, un componente que la industria a química necesita para la producción de plásticos; el gas metano rico en energía, el principal componente del gas natural; o el monóxido de carbono, que puede ser utilizado para producir combustible como el etanol, por ejemplo.

Renovables para transformar el CO2

Las plantas aprovechan el dióxido de carbono a través de la absorción de energía de la luz utilizando pigmentos como la clorofila verde. Este proceso libera electrones ricos en energía a partir de la clorofila. Enzimas que luego transfieren estos electrones al CO2, que lo convierten en activo químicamente y capaz de reaccionar con otros compuestos.
Numerosos equipos de investigación intentan replicar de forma completa este proceso biológico, especialmente en EEUU y Japón. Para Maximiliam Fleischer, director de la investigación de la fotosíntesis sintética de Siemens como parte del proyecto CO2toValue, esto es actualmente casi imposible. “Nosotros estamos intentando alcanzar la fotosíntesis por pasos”, explica.
La clave para Fleischer es que en vez de intentar capturar la luz, es necesario centrarse en activar el CO2 para poder transformarlo en otros productos, para lo que están utilizando la energía procedente de las fuentes renovables.
La primera opción es conducir el proceso a través de la electricidad, una opción visionaria es utilizar directamente la luz del sol. 
La base del proyecto es la creación de catalizadores químicos capaces de cargar el CO2 inerte con electrones ricos en energía. El reto es cargar sólo el dióxido de carbono con electrones y no con las moléculas de agua, ya que en ese caso se produciría hidrógeno convencional. Los especialistas de la Universidad de Lausanne en Suecia y científicos de la Universidad de Bayreuth trabajan con el equipo de Fleischer para desarrollar catalizadores para Siemens. Esta colaboración ya ha dado lugar a la creación de una variedad de ellos.
El pequeño módulo de fotosíntesis que utilizan los investigadores es básicamente una célula de electrólisis, en la que una corriente es conducida a través de electrodos en agua altamente carbonatada y que funciona como un conductor eléctrico. El reto es fabricar el cátodo, el polo negativo del catalizador especial, capaz de transferir electrodos directamente en el CO2 para producir el producto deseado. “El proceso ya funciona muy bien para la producción de monóxido de carbono”, explica Fleischer.  Los investigadores de Siemens se han centrado en crear sustancias necesarias para la industria química, ya que a día de hoy este sector depende casi en su totalidad de las materias primas derivadas del petróleo.
La idea es realizar la fotosíntesis en un módulo de vidrio parecido a las células fotovoltaicas

Trampa de luz

Una fábrica a gran escala está ya operando en el laboratorio de Fleischer. Con esta factoría de prueba, los investigadores quieren ir un paso más allá y capturar la energía del sol. La idea es realizar la fotosíntesis en un módulo de vidrio parecido a las células fotovoltaicas.
La luz podría transmitirse desde la parte de arriba mientras que el dióxido de carbono puede fluir en el sistema desde la parte de abajo. Algo que han denominado trampa de luz, donde en lugar de intentar imitar las complejas moléculas de clorofila, se utilizarían granos de recolección de luz basados en semiconductores. Estos granos pueden estar envueltos por los catalizadores y, si todo funciona, los semiconductores suministrarían electrones ricos en energía, con los que después los catalizadores podrían transferir CO2 en fracciones de segundos. Todo el proceso debería ser conducido por la luz. 
Se espera que este nuevo sistema esté listo en un par de años. Dependiendo de su aplicación, la fábrica del futuro utilizará inicialmente el C02 procedente de la emisión de los gases producidos por las centrales eléctricas, fábricas y plantas químicas. Para poder llevarlo a cabo, los investigadores están desarrollando materiales capaces de absorber CO2 como una esponja  y por tanto poder concentrarlo. Esto permitiría la producción de metanol, un valioso biocombustible.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Al Gore: The case for optimism on climate change


Conferencia de Al Gore sobre cambio Climático en TED. El audio y los subtítulos están en inglés.

Al Gore has three questions about climate change and our future. First: Do we have to change? Each day, global-warming pollution traps as much heat energy as would be released by 400,000 Hiroshima-class atomic bombs. This trapped heat is leading to stronger storms and more extreme floods, he says: "Every night on the TV news now is like a nature hike through the Book of Revelation." Second question: Can we change? We've already started. So then, the big question: Will we change? In this challenging, inspiring talk, Gore says yes. "When any great moral challenge is ultimately resolved into a binary choice between what is right and what is wrong, the outcome is foreordained because of who we are as human beings," he says. "That is why we're going to win this."

martes, 23 de febrero de 2016

Changemakers: innovar para cambiar el mundo


Por Luis Meyer | Foto: Simos Wijers | Infografías: Romualdo Faura


«Hay una capacidad creativa y de reinvención asombrosa»

El 71% de las empresas de Ashoka ha influido en las políticas de sus países

Portugal ha creado un fondo de 150 millones para la ayuda a emprendedores sociales


El mero hecho de emprender un negocio, sean cuales sean su actividad y sus objetivos, ya tiene una vertiente social, en cuanto a que genera empleo y riqueza. Pero los emprendedores sociales van más allá: «No se limitan a fundar empresas; fundan cambios», define Luis Berruete, coordinador de Creas, una organización que apoya la inversión de proyectos que impactan en necesidades que tienen que ver con el medio ambiente y la sociedad. «No hay que hablar de ventajas económicas, sino de otras cosas menos tangibles: las motivaciones personales, porque aquí no inviertes tu energía y tu talento para ganar dinero, sino para mejorar una situación».

Alfred Vernis es profesor de Estrategia y Dirección General de Esade y director de Momentum Project, un ecosistema de apoyo al emprendimiento social impulsado por BBVA. Considera que la distinción fundamental respecto al emprendimiento tradicional está en el valor que propone: «Para un emprendedor, parte de servir a unos mercados que puedan comprar un producto o servicio determinado para obtener un beneficio para él y sus inversores. En cambio, el valor de un emprendedor social está relacionado con una transformación positiva en la sociedad. Los emprendedores buscan consumar un impacto social muy definido. En el acto de creación, comparten muchos aspectos con los emprendedores ordinarios, pero difieren en su misión fundamental. El motor de la creación de una empresa social es el impacto social, no la aventura empresarial».

El objetivo del emprendedor social es cambiar el mundo, mejorarlo, mitigar las injusticias y desigualdades, hacerlo más sostenible. No es una figura nueva. Si echamos la vista atrás encontramos iniciativas que datan del siglo XIX, como la de Florence Nightingale, que fundó la primera escuela de enfermería en Inglaterra para modernizar la profesión y mejorar el trato a los pacientes, y a quien muchos contemplan como una pionera en este tipo de empresas. Lo que sí es reciente es la consideración del emprendedor social como figura: el término se acuñó por primera vez en los años 80, y en estas tres décadas ha ido evolucionando y ganando entidad.

Según el último informe GEM, observatorio del emprendimiento en España, el porcentaje de empresas creadas con fines sociales y medioambientales es de los más bajos de Europa, solo el 0,53%, mientras que en Islandia supera el 4%. Sin embargo, son datos matizables: el último estudio data de 2009, justo cuando estalló la crisis. «Precisamente eso provocó que surgiera más innovación y más conciencia en valores, aparecieron muchos modelos disruptivos y el número de emprendedores sigue creciendo año tras año», afirma Maira Cambrini, portavoz de Ashoka en España, la mayor red internacional de emprendedores sociales. «Somos una organización que apoya esta figura. Durante tres años les damos un estipendio para que puedan dedicarse a su proyecto. Ya tenemos 26, cada año añadimos solo tres o cuatro porque nuestro proceso de selección es muy riguroso, pero te puedo asegurar que cada vez se presentan más emprendedores. Para que te hagas una idea del cambio de paradigma, no seleccionamos el proyecto, sino a la persona, siempre que su objetivo sea resolver una problemática medioambiental, de salud, de educación, etc. Le facilitamos diferentes consultorías, le ponemos en contacto con otras personas de su sector. Mi experiencia es que hay un perfil potentísimo, cada vez más. Y con una capacidad creativa y de reinvención asombrosa. Tenemos a un emprendedor que ha diseñado un videojuego de marcianitos que pronostica la malaria, por ejemplo. Es de Madrid, pero ya se está usando en países del tercer mundo, como Mozambique. La crisis ha agudizado el ingenio, el emprendimiento con conciencia y la capacidad para identificar las necesidades sociales y medioambientales».

Antonio Gallut dirige Lonxanet, una plataforma que gestiona una reserva marina en las costas de Galicia, y que fomenta el diálogo entre pescadores, científicos y Administraciones para su conservación. Advierte de que no hay que olvidar otro de los pilares del emprendimiento social, aparte del medio ambiente y los sectores en riesgo de exclusión: «La educación. Es un factor muy importante porque promueve el cambio social a partir de nuevos modelos de enseñanza. Estamos viendo muchos emprendedores que van en esta dirección». Es el caso de empresas como Valnalón Educa, que impulsa el espíritu emprendedor en la sociedad promoviendo un cambio de mentalidad y actitud en los jóvenes por medio de proyectos para alumnos de todas las edades.


En definitiva, asistimos a una época de innovación y nacimiento de modelos disruptivos, enfocados a solucionar problemas y mejorar la situación, que logran ser sostenibles en el tiempo: según estudios de la propia Ashoka, el 83% de los 3.000 emprendedores sociales que componen su red internacional continúa trabajando en su idea inicial, el 71% ha influido en las políticas de sus países y el 85% ha logrado un cambio sistemático a gran escala.

Inversiones de impacto

Los emprendedores sociales tienen varias vías para financiarse, ya que en España se está creando un ecosistema en los últimos años que engloba aceleradoras y asociaciones que apoyan la búsqueda de capital para este tipo de proyectos. Es el caso de la mencionada Creas. «Gestionamos inversiones de impacto: social, medioambiental y económico», cuenta su coordinador, «aportamos capital riesgo de la siguiente manera: entramos en las empresas, añadimos valor, vendemos las participaciones y con esa rentabilidad volvemos a invertir en otras empresas sociales». Para Berruete, la inversión en este tipo de emprendimientos «no tiene nada que ver con la inversión socialmente responsable. Es, directamente, inversión social. Cada vez hay más que piensan que está muy bien invertir para ganar dinero, pero mejor aún hacerlo para ganar dinero y generar impacto. También existe el impulso de ayudar a la sociedad entre muchos inversores».

Las incubadoras ofrecen todo tipo de apoyo humano a los emprendedores sociales en los primeros pasos. Un ejemplo es Socialnest. Su fundadora, Margarita Albors, cuenta que su proyecto es fruto de una experiencia personal. «Yo estaba estudiando un máster en la Universidad de Harvard en Estados Unidos, venía del mundo de la ingeniería en la empresa privada, y fui para formarme en gestión empresarial. Me sentía muy afortunada de tener esa experiencia y de estar allí, pero me encontraba con una realidad que no había vivido con esa intensidad en España: las desigualdades sociales. A las mismas puertas de la universidad veía todos los días grupos de personas sin hogar, que dormían allí mismo, o se refugiaban por las noches en la tienda donde yo compraba los libros. Era 2008, acababa de estallar la crisis financiera con la caída de Lehman Brothers. Me di cuenta de que tenía cierta responsabilidad en poner mi granito de arena, de alguna manera. Empecé a informarme y a formarme en esa dirección. Decidí emplear mi formación en la empresa privada en aportar mi capacidad en mejorar el mundo en el ámbito social. Vivíamos una crisis que afectaba a la economía, producida por una crisis de valores».

Desde su experiencia en estos últimos años Albors también considera que el número de emprendedores sociales en España no deja de incrementarse. «Es poco cuantificable, y además hay muchos emprendedores y empresas que ni siquiera son conscientes de que entran en ese grupo. Es muy heterogéneo, porque comprenden diferentes proyectos y formas jurídicas».


Un sector por regular

Precisamente, una de las principales reclamaciones de los emprendedores sociales es acabar con esa indefinición. «Está muy poco desarrollada la legislación y el apoyo del Estado», denuncia Berruete, «incluso Portugal nos saca ventaja en este sentido, que acaba de crear un fondo de 150 millones para la ayuda a emprendedores sociales. Varias asociaciones estamos intentando, con 10 propuestas, que haya un Consejo Nacional que regule las inversiones de impacto y el emprendimiento social. Nos basamos en las recomendaciones del G8. Nuestra intención es que se recoja en el programa de las próximas elecciones, y que luego se implemente».

La diferencia entre una empresa social y una ONG es que la primera se financia con el producto de su actividad económica, mientras la segunda lo hace por donaciones, públicas o privadas. Con todo, falta un marco regulatorio que la defina y concrete, como reclama Antonio Espinosa, CEO de Auara, una firma de agua mineral que emplea los ingresos obtenidos con su venta en llevar el agua a las zonas con más carestía del tercer mundo. «No hemos encontrado ninguna certificadora en España, estamos en un proceso de certificación con una de Inglaterra. Hay sellos para las ONG o las fundaciones, pero para la empresa social no hay nada parecido en nuestro país. Entre los requisitos que nos ponen los británicos está el de destinar, como poco, el 51% de nuestros beneficios a proyectos sociales (nosotros dedicamos el 100%) y el compromiso de no repartir dividendos». El proyecto de Auara toca los dos palos principales a los que se dirige todo emprendimiento social: las personas y el medio ambiente: «La escasez de agua en el tercer mundo es la base de toda la pobreza. No es solo la que bebes, es con la que cultivas alimentos básicos, la que usas para una higiene mínima, etc. A través del agua podemos cambiar aspectos de una sociedad, esa es la base de nuestros proyectos: acceso al agua potable, saneamiento y agricultura básica».

Noelia López es una de las coordinadoras de Saraiva, una empresa que gestiona residencias y centros de día para personas mayores adoptando el housing, «un modelo que viene de los países nórdicos. Normalmente, el ambiente de estos centros se acerca al aspecto de un entorno clínico, pero nosotros buscamos que la persona se sienta como en su casa. Eso aporta muchas cosas al anciano, le ayuda a envejecer de una forma natural, sin sentir que ha roto con su entorno».

López también echa en falta más regulación y apoyo por parte del Estado. «Explicar que nuestra empresa es la manera de aportar un granito de arena para cambiar las cosas y no para ganar dinero es complicado, a la gente le cuesta asimilarlo. Es una cuestión de cultura. Cualquier tipo de empresa trata de aportar valor. En el caso de las empresas sociales, añadimos al económico –para que sea sostenible– el social o medioambiental. La tendencia es que cada vez hay más emprendimiento social, por eso es necesaria una normativa que nos defina».

Maira Albors, sin embargo, advierte de que una regulación específica para las empresas sociales puede tener sus riesgos: «Podría limitar sus vías de financiación debido a las restricciones de una forma jurídica específica. Ahora, el emprendedor social puede elegir si su proyecto es una fundación, una S.L. o la forma que mejor le convenga para sus objetivos. Hay que legislar, sí, pero con mucho tiento».

Puedes encontrar este y otros reportajes en el número especial sobre emprendimiento elaborado por Ethic y la Fundación EY.

lunes, 22 de febrero de 2016

Ser una pyme sostenible


Ser una pyme sostenible

Las pymes generan el 65% del PIB y aportan un 75% del empleo privado. Por eso, Ecoembes quiere seguir a su lado y repite como impulsora y ponente experta en una nueva edición de “Impulsando Pymes”.
Ecoembes cree firmemente en las pymes como motor económico y en el poder de la colaboración para alcanzar beneficios para todos. Dos certezas que aúna el movimiento “Impulsando Pymes”, gracias al que  empresas líderes en su sector intercambian conocimientos en un entorno colaborativo de manera dinámica y eficaz.
El programa consiste en una serie de encuentros con ponencias de grandes compañías expertas en distintos sectores que expondrán sus claves a lo largo de dos horas en las que cada una no se extenderá más de diez minutos.
El objetivo de esta iniciativa, en línea con la filosofía de Ecoembes, es crecer, desarrollar, innovar. Así que una organización como ella, que busca crear valor social y ambiental, no podía faltar. De esta manera, recorrerá doce comunidades autónomas en las que se desarrollarán los encuentros, que se cerrarán siempre con un “café networking”.
Con ello, Ecoembes pretende acercar a la pequeña y mediana empresa su modelo de colaboración público-privada, en el que participan tanto las empresas como las administraciones o los ciudadanos y que tiene un carácter marcadamente medioambiental.
Para su crecimiento, propone a las pymes distintas maneras para hacer que su actividad sea más sostenible y lo hace en torno a dos ideas clave: la eficiencia y la innovación. A través de estos dos pilares una empresa puede reducir costes y aportar el valor añadido que supone un comportamiento responsable con el medio ambiente. A través de su experiencia y de las empresas que colaboran con su actividad, Ecoembes traslada a las pymes iniciativas sobre cómo se recicla y qué supone el ecodiseño. Con la exposición de prácticas reales muestra cómo ser más sostenible no requiere soluciones complicadas o una gran inversión económica.
Publicado en: 

jueves, 18 de febrero de 2016

Ecodiseño y reciclaje para ahorrar energía


Ecodiseño y reciclaje para ahorrar energía
¿Cómo? ¿Todavía no “reciclahorras”?  Está claro que si pones a menudo en práctica la regla de “Las tres erres”, es decir, reduce, reutiliza y recicla, vas a consumir menos y tus bolsillos lo van a notar.
Además, reciclando puedes ahorrar energía y contribuir así a aminorar el calentamiento del planeta. Conviene recordar, esta semana en la que se celebra el Día Mundial de la Energía (14 de febrero), que su producción y uso representan dos tercios de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, según la Agencia Internacional de la Energía. Frente a esta realidad, el ecodiseño y el reciclaje se presentan como dos de los grandes aliados domésticos para la reducción de emisiones.
El primero contribuye a que cualquier bien doméstico sea más eficiente energéticamente y, por tanto, gaste menos energía. Esto se refiere tanto a los consumos durante su elaboración o su funcionamiento -en el caso de los electrodomésticos, por ejemplo-, como a su idoneidad para su tratamiento en pos de una segunda vida útil, como en el caso de un envase. Es decir, es un “diseño para mínimos consumos, emisiones y contaminaciones durante todo el ciclo de vida del producto”, según recoge la Universidad de Cádiz.
Por su parte, el reciclaje ofrece una oportunidad para transformar un producto según los criterios del ecodiseño utilizando materiales reciclados o renovables. Esto, unido a la energía que ahorra y la reducción de C02 que facilita -tres millones de MegaWatios/hora (MWh) de energía y 1,2 millones de toneladas de CO2 durante el 2014 sólo en el caso de envases domésticos tratados por Ecoembes en España- no deja lugar a dudas del papel que juega en la lucha contra el calentamiento del planeta.
Salta a la vista, entonces, que no sólo es importante el ecodiseño para la eficiencia energética de los productos. Sus envases, mal gestionados y elaborados, pueden causar problemas ambientales, por eso es importante diseñarlos desde un principio para ser reciclados.   
Como ejemplo, desde que Ecoembes trabaja con las compañías envasadoras en el impulso de acciones de ecodiseño se han implantado más de 36.500 medidas que han conseguido, entre otras cosas, que un envase de yogurt pese la mitad, que una lata de cerveza sea un 17% más ligera o que una botella de agua incorpore plástico reciclado y de origen renovable. Todo ello facilita una correcta gestión una vez que el envase se convierte en residuo de manera que se pueda reciclar obteniendo una mejora cuantitativa.   
Hay que recordar también que el ámbito doméstico, además de generador de residuos y envases, es un foco de gran consumo de energía que provoca la emisión de más de 1,5 toneladas equivalentes de CO2 por persona y año en la Unión Europea, en su mayoría por el uso de dispositivos domésticos, según el informe “Ahorros de Energía en la Práctica” de la campaña “Cool products for a cool planet”.
Veamos lo que el ecodiseño y la eficiencia en este tipo de bienes, llamados “consumidores de energía”, puede suponer en ahorros. Según el citado estudio, un hogar en el que se compren los aparatos más eficientes ahorraría de media “hasta 8.900 kWh de energía primaria (gas por ejemplo) al año para el grupo de calderas y 500 kWh de electricidad anualmente para el grupo de televisión, nevera, lavadora y luminarias”.
Reciclar y utilizar electrodomésticos de manera eficiente nos ayuda a nosotros y al planeta. Ya que la energía no desaparece sino que se transforma, también podemos reutilizar energía en casa. Cada uno de nosotros nos podemos comprometer con gestos sencillos, como recuerda la campaña Un millón por el clima” que te propone cocinar con las ollas tapadas o utilizar el calor residual de la placa vitrocerámica una vez apagada ¿Te apuntas? 

miércoles, 17 de febrero de 2016

Árboles luminosos para sustituir las farolas en las calles de las ciudades



Cuenta la mitología budista que un día, alrededor del siglo V antes de nuestra era, Sidarta Gautama se sentó bajo una higuera una noche de luna llena y prometió no levantarse hasta alcanzar el Nirvana. Permaneció en la misma postura durante 49 días con sus noches. Cuando abrió los ojos se había convertido en un iluminado (un buda) y estaba tan agradecido a aquel “ficus religiosa” por haberle dado cobijo que permaneció una semana entera mirando sus ramas en señal de respeto y admiración. En el caso del Buda la luz llegó de su interior -una iluminación metafórica- pero Antony Evans, fundador de Glowing Plants, quiere que esa luz tenga una dimensión física y que provenga de las plantas.

La idea de conseguir que algunas especies vegetales brillen en la oscuridad no es nueva. En los años 80 ya se consiguió al introducir encimas luciferinas provenientes de luciérnagas en algunas plantas. Los resultados, aunque llamativos, fueron modestos: había que fotografiar a la planta con una exposición de ocho horas para apreciar una tenue luminiscencia. Más adelante, en 2010, investigadores de la universidad Stony Brook modificaron genéticamente una planta de tabaco al transplantarle algunos genes de una bacteria marina productora de luciferina. Lo novedoso en el proyecto que lidera Evans es que diseñan las secuencias de ADN en un ordenador con un software especial, y después lo imprimen para inyectarlo con una pistola de genes.

Cualquiera puede conseguir una de estas semillas milagrosas a través de la web de Glowing Plants y hacer crecer una planta luminosa en casa. Incluso, si se atreve, probar sus propios experimentos, puesto que el ADN creado es de código abierto y, por lo tanto, modificable. Antony Evans y sus socios insisten en que su proyecto es la solución a un mundo que consume recursos de forma enloquecida, lo que llevará a quebrar los límites del planeta. La propia Naturaleza, afirman, tiene la respuesta a través de la bioluminiscencia, puesto que es una energía limpia, renovable y sostenible. “Estamos, afirma Evans, entrando en una era en la que diseñar un organismo biológico será tan fácil como diseñar una aplicación móvil” por eso confía en que sus plantas podrán, en pocos años, servir para eliminar las farolas en las ciudades y sustituirlas por árboles luminosos.

Texto: José L. Álvarez Cedena

Por Pedro Moneo publicado en ONE EL PAÍS

martes, 16 de febrero de 2016

CE analiza la calidad de vida en ciudades españolas y europeas




















  • Las ciudades españolas que han sido objeto del estudio son Madrid, Barcelona, Oviedo y Málaga
  • Oviedo y Málaga, entre las ciudades mejor situadas en el "ránking" de ciudades Europeas.
La Comisión Europea ha publicado esta semana los resultados de un estudio Eurobarómetro, sobre la «percepción de la calidad de vida en las ciudades europeas», realizado en 79 ciudades europeas y que se centra en la calidad de las infraestructuras y los servicios, las oportunidades de empleo, la situación de la vivienda, la integración de los extranjeros, sensación de seguridad, contaminación, espacios verdes y de limpieza.
En el estudio, Oviedo y Málaga han destacado por situarse entre los primeros puestos de varios de los aspectos analizados como satisfacción con residir en la localidad, con la relación calidad-precio de la vivienda o con los espacios públicos.
La ciudad andaluza resalta porque el 97% de sus ciudadanos afirman estar satisfechos con vivir en la misma, compartiendo así con otras poblaciones europeas un cuarto puesto en el ranking. Además, según el 62% de sus habitantes, en Málaga es sencillo encontrar una buena vivienda a un precio razonable, lo que supone la tercera posición por detrás de Oulu (Finlandia) y Braga (Portugal). También la integración de los extranjeros parece convencer a los malagueños, puesto que el 88% aseguran que su presencia es positiva para la ciudad, y un 71% opina que están bien integrados, alcanzando el octavo y el séptimo puesto respectivamente.
Oviedo se corona como la ciudad que a más ciudadanos satisface por su limpieza, el 95%, compartiendo su galardón con Luxemburgo. Además, también se encuentra entre los cinco primeros puestos en los aspectos de satisfacción con los espacios públicos, seguridad ciudadana, confianza en el conciudadano y relación calidad-precio de la vivienda.
Respecto a la satisfacción con vivir en la ciudad, destacan Oslo (Noruega), Zúrich (Suiza), Aalborg (Dinamarca), Vilna (Lituania) y Belfast (Reino Unido). El cuarto puesto, compartido con varias ciudades europeas, es para Málaga, en la cual el 97% se declaran contentos de residir en la urbe andaluza. En Madrid esta cifra es del 87% y en Barcelona del 94%.
Las ciudades españolas que han sido objeto del estudio son Madrid, Barcelona, Oviedo y Málaga.
la Comisión Europea publica estos estudios con la finalidad de promover políticas urbanas que capaces de dar una respuesta global a los desafíos sociales, económicos y medioambientales. La política de cohesión de la UE desempaña un papel clave a la hora de hacer frente a estos retos; la mitad de la dotación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional 2014-2020 se invertirá en zonas urbanas, con 15 millones de euros directamente gestionados por las autoridades municipales para las inversiones en desarrollo urbano sostenible.
El estudio se llevó a cabo a petición de la Dirección General de la Política Regional y Urbana de la Comisión Europea, con el objetivo de obtener una instantánea de las opiniones de la población sobre una seria de cuestiones urbanas. Las investigaciones anteriores se llevaron a cabo en 2012, 2009, 2006 y 2004.

Estudio completo: (en inglés)

lunes, 15 de febrero de 2016

La nueva Agenda para el Desarrollo Sostenible y nuestro proyecto de país


Todos los países y sociedades sin excepción tendrán que llevar a cabo las transformaciones necesarias para alcanzar un futuro común de prosperidad. También España.



Nos estamos acercando al momento de la verdad. Al momento de alcanzar nuevos acuerdos políticos y sociales que materialicen el sentir de la ciudadanía tras las pasadas elecciones, en el contexto de una crisis que se ha prolongado durante años y en el que el diálogo político y la búsqueda de consensos fundamentales son difíciles.
En un contexto tan complejo como este, la nueva Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible acordada por los líderes mundiales en la Cumbre de Jefes de Estado celebrada el 25 de septiembre en las Naciones Unidas, donde España estuvo representada por S.M. el Rey, así como el acuerdo alcanzado en París sobre Cambio Climático en diciembre —los dos pilares de una nueva agenda global para el desarrollo sostenible—, ofrecen una visión de futuro y un espacio de encuentro sobre el que es posible articular acuerdos y construir un proyecto de país transformador y de largo plazo.
Esta nueva agenda es profundamente transformadora porque marca objetivos y establece mecanismos que atacan las causas, y no los síntomas, de la pobreza, la desigualdad y la degradación del medio ambiente. A diferencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que expiraron en 2015 y del protocolo de Kioto, los ODS y el acuerdo de París son de aplicación universal a todos los países, desarrollados y en vías de desarrollo, y también a todos los actores, sector privado incluido. Los ODS no son, como en cierta forma fueron los ODM, una prescripción de los gobiernos de los países desarrollados a los de los países en desarrollo a cambio de ayuda. Por el contrario, representan un nuevo pacto universal, un contrato social global. Todos los países y sociedades sin excepción tendrán que llevar a cabo las transformaciones necesarias, de diferentes maneras, y adaptadas a su realidad, para alcanzar un futuro común de prosperidad. Todos los países estamos en vías de desarrollo sostenible.
A diferencia de la anterior agenda de la ayuda al desarrollo, los problemas y las demandas más sentidas de los ciudadanos y ciudadanas españolas están reflejados en (y respaldados por) los nuevos ODS: desde la desigualdad de renta y oportunidades, a la provisión de servicios básicos universales y de calidad; desde la necesidad de reducir la pobreza en nuestro país, hasta hacer nuestras ciudades más sostenibles y seguras; desde la garantía del acceso a la vivienda, hasta la conservación de nuestros ecosistemas; desde el acceso a la energía y la transformación del modelo energético hacia uno basado en renovables, hasta la lucha contra la desnutrición y la pobreza infantil; desde la lucha contra los paraísos fiscales, hasta la lucha contra la corrupción. Sólo por poner algunos ejemplos.
La lectura de la crisis económica y sus efectos deja también algunas lecciones aprendidas que nos permiten valorar las oportunidades que ofrece la nueva agenda para la prosperidad y la transición hacia un nuevo modelo social y de crecimiento económico en España, verde e incluyente. Muchas de las empresas y centros de investigación españoles punteros en el mundo, y que han resistido a la crisis —a pesar de la reversión de incentivos públicos—, operan en los sectores que la nueva agenda identifica como estratégicos: en energías renovables, en eficiencia energética, en redes de distribución inteligentes; en tratamiento y gestión integral del agua; en medios de transporte eficiente y sostenible; en agricultura sostenible; en infraestructuras resilientes y de calidad; en el desarrollo de nuevas vacunas... Muchas de las políticas públicas más exitosas que se han desarrollado nuestro país, reconocidas internacionalmente, son pilares de la nueva agenda: políticas de igualdad de género; de dependencia; sistemas eficaces de salud pública universal; de gestión integral del agua... Tenemos ventajas competitivas y capacidades ya creadas en nuestro sector público y privado, gracias a haber dispuesto políticas públicas e incentivos adecuados en su momento, para articular nuestro proyecto de país alrededor de la nueva agenda global de desarrollo sostenible.
Los ODS y los acuerdos de París nos deben servir para orientar las prioridades en áreas clave donde nos jugamos nuestro futuro: en nuestras políticas sociales, en nuestro modelo de reindustrialización, en nuestro modelo de ciudades, de desarrollo rural, en nuestros sistemas de I+D, en nuestro sistema educativo, en nuestra política de cooperación al desarrollo. ¿Por qué no adoptar la nueva agenda y los ODS como el aglutinante de pactos de estado esenciales para nuestro futuro a largo plazo?
Por si fuera poco, los ODS y París serán también el referente ante el cual nuestro país será valorado internacionalmente como más o menos exitoso, como modelo a seguir o a evitar, en las reuniones ministeriales anuales de seguimiento de los ODS y en las cumbres de Jefes de Estado previstas a tal efecto cada cuatro años. Un excelente incentivo: la proyección internacional.
Definitivamente, en este contexto complejo, la nueva agenda representa el mejor marco de consenso sobre el que perfilar el modelo de país que queremos para el siglo XXI. Si España construye su proyecto de país alrededor de los ODS y los cumple, será en 2030 un país próspero, cuyo modelo económico será intensivo en conocimiento y estará basado en sectores productivos competitivos porque son bajos en carbono y básicos para el desarrollo sostenible, capaz de generar empleo de calidad para los y las jóvenes, que no sufre pobreza extrema en ninguna sus dimensiones, con derechos sociales y civiles universalmente garantizados, que preserva y regenera sus recursos naturales y ecosistemas, y que es líder en la construcción de un mundo igualmente próspero y sostenible porque hace de la lucha contra la pobreza y el desarrollo global sostenible el eje de su lugar en el mundo.
Para ello, hacen falta consensos fundamentales y la voluntad política para tomar medidas de gran calado. Medidas que será difícil tomar, puesto que la nueva agenda global es de naturaleza fuertemente política, e implica priorizar entre diferentes opciones de políticas, sectores, tecnologías y también entre grupos de interés, algunos muy poderosos. Difícil, pero por supuesto, abordable.
Hagamos que los ODS y la agenda del clima, a la que España se ha comprometido internacionalmente, aglutinen un pacto de progreso y transformación a largo plazo por el desarrollo sostenible —ojalá, un pacto de estado—, y pongámonos manos a la obra con las reformas institucionales y legislativas que sean necesarias, que serán muchas y profundas. No dejemos pasar esta oportunidad.
Gabriel Ferrero es asesor senior en planificación de la Agenda 2030 en la Oficina Ejecutiva del Secretario General de las Naciones Unidas desde 2012 y fue Subdirector General de políticas para el desarrollo en la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional entre 2006 y 2011.
Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusive de su autor, y no necesariamente reflejan los puntos de vista de las Naciones Unidas o sus estados miembros.

jueves, 11 de febrero de 2016

El residuo que nunca llegó a serlo



El ecodiseño es clave para reducir el impacto ambiental

Los residuos que no son reciclables suponen una fuente de energía


Reciclar es necesario pero, ¿y prevenir? El reciclaje sigue siendo una parte importante en la gestión de los residuos, pero ahora el foco se pone en la prevención y la reutilización. Porque el mejor residuo es aquel que no se genera.

En la última década, España se ha puesto las pilas a la hora de gestionar residuos. Hoy ya reciclamos las tres cuartas partes de los envases domésticos. Según datos oficiales, cada ciudadano depositó el año pasado una media de 14,8 kilos de vidrio, 12,3 de envases ligeros y 14,7 de envases de papel y cartón.

Incluso el porcentaje mínimo que marca la Unión Europea en su Directiva de Residuos se les ha quedado corto a los españoles. Mientras la norma obliga a reciclar el 22,5% de los envases de plástico, el 50% de los de lata y el 60% de los de papel y cartón y de los de vidrio, en España hemos alcanzado el 61,4%; el 81,7%; el 83,6% y el 70%, respectivamente.

¿Dónde tengo que dejar este CD?, ¿y el envoltorio de la chocolatina?, ¿y la botella de lejía?, ¿y la tapa del yogur?… ¿Y dónde irá a parar este frigorífico? ¿Y el neumático que le he cambiado al coche? Son preguntas que los consumidores cada vez se hacen con más frecuencia. «Durante los últimos años ha habido una creciente concienciación sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente, de gestionar los residuos y de producir y consumir de forma responsable», afirma Beatriz Villanueva, directora de Comunicación del Instituto para la Producción Sostenible (IPS).

Lo cierto es que hemos interiorizado el hábito de depositar los envases domésticos en los distintos contenedores amarillos (plástico, latas y briks), azules (papel y cartón) y verdes (vidrio). Pero aunque los datos revelen una mejora evidente, la buena noticia solo es relativa. «Aunque en materia de reciclaje de envases domésticos estamos muy por encima de lo marcado por la UE (el 73,7% frente al objetivo mínimo del 55%), esto solo representa alrededor del 8% de los residuos sólidos urbanos», explica Antonio Barrón, director de Comunicación Corporativa de Ecoembes.

En España generamos 24 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos cada año y de ellos solo se gestionan unos pocos a través de sistemas de responsabilidad ampliada. Pese a que hemos aumentado el porcentaje de toneladas recicladas a un 27%, todavía depositamos alrededor del 60% en vertederos, según estadísticas de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

Quizá el quid de la cuestión está en el planteamiento. Reciclar es necesario pero, ¿y prevenir? De hecho, la normativa comunitaria está orientada a la disminución del depósito en vertederos, es decir, se ha invertido la jerarquía en la gestión de los residuos y las prioridades ahora son la prevención y la reutilización. Cabe destacar el cambio de tendencia en algo tan abundante como los neumáticos. «El mercado español es el quinto de la UE que más neumáticos fuera de uso (NFU) genera anualmente, con Alemania y Reino Unido a la cabeza. Hace pocos años estábamos a la cola de Europa y más del 50% se eliminaba en vertederos; ahora, el 100% de los NFU generados en España se gestionan correctamente, lo cual nos posiciona en los puestos de cabeza», resalta Isabel López, portavoz de Signus, una entidad cuya misión es garantizar el tratamiento adecuado de los neumáticos usados para que pasen de ser un residuo a un material con valor.

Los productores de neumáticos tienen la obligación de elaborar y remitir a las administraciones correspondientes un plan empresarial de prevención de NFU para minimizar los impactos medioambientales. «El objetivo principal es identificar los mecanismos aplicables para alargar la vida útil de los neumáticos y facilitar su reutilización, reciclado y otras formas de valorización, incorporando medidas de prevención», explican desde Signus. En otras palabras, el nuevo paradigma económico exige, en primer lugar, reducir los residuos, y, en segundo lugar, reciclarlos y reutilizarlos como materia prima para volver a iniciar el ciclo de producción.

La cúspide de la pirámide

«Cuando hablamos de residuos ya es tarde. La solución al problema de los residuos no está al final del proceso, sino al principio», aclara Beatriz Villanueva. Para eso, explica, hay que remontarse al comienzo del ciclo de vida del producto. Solo las 1.258.602 toneladas de envases depositados en los contenedores azul y amarillo representan un ahorro de 465.000 toneladas de emisiones de CO2 a la atmósfera y de la extracción de 833.000 toneladas de materias primas.

Para prevenir todo aquello que luego habría que reciclar, una de las líneas de trabajo que más están desarrollando las empresas es el ecodiseño, que busca hacer más sostenibles los envases y reducir su impacto ambiental. De este modo y con las oportunidades irrenunciables que ofrece la innovación, «las empresas españolas han conseguido reducir el peso de los envases en un 17%, lo que ha permitido ahorrar 444.000 toneladas de materias primas», sostiene Antonio Barrón. Pero, ¿qué podemos hacer los ciudadanos y consumidores para contribuir al reto de una sociedad sin residuos?


«La prevención y la minimización pasan por orientar al consumidor hacia el consumo responsable de productos con ventajas desde el punto de vista del ecodiseño y la eficiencia energética, concienciando tanto de las ventajas ambientales como de los ahorros económicos», apunta Rafael Serrano, director de Relaciones Institucionales de Ecolec, una organización dedicada a la gestión de los residuos de aparatos electrónicos y electrodomésticos.

«Los ciudadanos somos los actores principales para minimizar la producción de desechos siguiendo la regla de las tres R: reducir, reutilizar, reciclar», explica Laure Cucuron, directiva de de TerraCycle, una iniciativa que no ve los residuos como basura, sino como recursos, y cuyo objetivo es crear sistemas nacionales de reciclaje para materiales que hasta ahora no son reciclables.

Desde su punto de vista, los ciudadanos tenemos un control directo sobre la producción de desechos en nuestro ámbito personal y podemos acelerar su reducción. «Podríamos comprar menos productos superfluos, conseguir productos frescos a granel y no envueltos en tres capas o adquirir cosas de segunda mano cuando se puede, permite un ahorro económico y la disminución de la producción de desechos», apunta. Para David Hurtado, portavoz de la Confederación de Consumidores y Usuarios(Cecu), «el funcionamiento del mercado hace que muchas veces las demandas de los consumidores marquen la pauta, por eso es fundamental un cambio de mentalidad que nos ayude a entender que es importante generar menos residuos en nuestras casas». Por eso los consumidores —defiende Hurtado— debemos concienciarnos sobre la cantidad de embalajes que utilizamos a diario y trasladarlo a la cesta de la compra. «Las empresas, por su parte, también tienen que darse cuenta de que para el usuario no es tan importante que un producto incluya tres embalajes», añade.

¿Residuo o recurso?

En una sociedad cada vez más tecnológica, el consumo de aparatos eléctricos y electrodomésticos (AEE) «ha crecido exponencialmente, hasta el punto de que algunos se han convertido en indispensables y, consecuentemente, la generación de residuos que lleva aparejado su uso continuará al alza», apunta Rafael Serrano.

La nueva Directiva de Residuos de AEE tiene como objetivo contribuir a la producción y el consumo sostenibles mediante la prevención de la generación de aparatos eléctricos y electrodomésticos y el fomento de técnicas de tratamiento como la preparación para la reutilización (PPR), una forma de tratamiento muy implantada en Europa, donde el mercado de segunda mano es una opción de compra instaurada y aceptada socialmente que genera empleo. Países como Inglaterra o Francia, por ejemplo, destinan a PRR más del 20% de los residuos de equipos de informática, telecomunicaciones y grandes aparatos electrodomésticos, según datos de Eurostat.


En España, la cifra de este tipo de residuos ronda el 6% del total de lo que se recoge. «El lado positivo es que España ha sido el primer país europeo en fijar objetivos para la PPR. La experiencia en otras regiones nos demuestra que estos objetivos son alcanzables», apunta el directivo de Ecolec. De hecho, solo en los tres primeros trimestres del año esta organización gestionó casi 58 millones de kilos de residuos electrónicos, lo que supone un 27,18% más que el mismo periodo de 2014. Además, se estima que la cantidad de puestos de trabajo que podría generar la preparación para la reutilización en nuestro país alcanza los 4.700 empleos directos, según datos del Ministerio de Industria.

Valorización energética

¿Y qué pasa con aquellos residuos que no son reciclables? Pues que, a pesar de ello, estos desechos suponen una fuente de energía. La valorización energética es, por tanto, la penúltima prioridad en la pirámide de la jerarquía de gestión de residuos.

Si miramos a la UE, los países que más residuos reciclan (Alemania, Austria o Bélgica) son también los que registran unas mayores tasas de valorización energética, entre el 35 y el 54%, mientras en España no superan el 10%.

«La incineración, aunque tiene unos límites de emisión muy exigentes, es la principal vía de valorización energética de residuos en Europa y juega un papel importante en los modelos de gestión de residuos más avanzados», apunta Carlos López Jimeno, director de la Dirección General de Industria, Energía y Minas de la Comunidad de Madrid. Efectivamente, Alemania cuenta con una tasa del 62%, Austria del 63% y Bélgica del 58%.

«La valorización energética permite reutilizar una parte de la energía necesaria para la producción del producto, la energía calórica, y a veces puede alimentar centrales eléctricas», opina la directiva de Terracycle. Los neumáticos, por ejemplo, gozan de un alto poder calorífico(7.500 kcal/kg), superior al del carbón, lo que los convierte en un buen combustible para instalaciones industriales de grandes consumos energéticos como la industria cementera.

Por Carmen Gómez-Cotta | Infografías: Romualdo Faura | Foto: José Tomas Rojas. Publicado en: 

martes, 9 de febrero de 2016

Las 18 moles gigantescas más bestiales creadas por el ser humano para producir energía








En Marruecos están dispuestos a construir la mayor planta fotovoltaica de concentración, un enorme huerto solar en el desierto que será capaz de abastecer a más de un millón de personas. Actualmente ya acoge una capacidad de producción de 160MW y cuando esté acabada, previsiblemente en el año 2018, alcanzará los 580MW.

En Japón también quieren apostar por las renovables en un intento por seguir reduciendo la emisión de CO2 antes de que la contaminación nos acabe destrozando del todo y además se enfrentan a otro problema: el del espacio. La solución, en este caso, pasa por instalar paneles solares en el agua.

Kyocera Corporation y Century Tokyo Leasing Corporation tienen previsto crear la mayor planta energética de este tipo en el depósito de Yamakura Dam, situado en la prefectura de Chiba, donde a partir de 2018 flotarán 51.000 módulos solares con una capacidad de 13,7MW.

Mientras tanto, las mayores centrales energéticas divididas por tipología, tanto de energías no renovables como renovables, son estas:
No renovables
Taichung (carbón)

La planta térmica de Taichung, situada en Longjing (Taichung, Taiwan), es la mayor central eléctrica de carbón del mundo. Es capaz de generar 5.500MW de potencia.


Taichung también es el mayor emisor de dióxido de carbono a nivel global: nada más y nada menos que 40 millones de toneladas de CO2 al año. 


Imagen: Chongkian


Dispone de diez turbinas que funcionan con carbón. 


Imagen: 阿爾特斯
Shoaiba (fueloil)

La Shoaiba no es sólo una central eléctrica, sino también una planta de desalinización situada en un complejo en Arabia Saudí. Sus 14 unidades ofrecen una capacidad total de 5.600MW, lo cual la convierte en la mayor de su categoría.


Shoaiba es una de las mayores plantas del mundo que funcionan con combustible fósil. 


Surgut-2 (gas natural)

Seguimos con los combustibles fósiles. Y si hablamos de gas natural, la Surgut-2, situada en el río Obi (Rusia), se come al resto con patatas. Nada más y nada menos que 5.597MW de potencia es lo que es capaz de generar esta planta. 


Surgut-2 es la mayor instalación del mundo de las que funcionan con gas natural. 


Imagen: kib.org.ru
Kashiwazaki-Kariwa (nuclear)

La mayor planta de energía nuclear del mundo la encontramos en la prefectura de Niigata (Japón). ¿Su potencia? Unos 7.965MW de nada, lo cual la convierte en la sexta mayor instalación de energía de todo el planeta.


Con sus 4,2 kilómetros cuadrados de superficie ocupa tierras de dos pueblos distintos, que son los que le dan nombre: Kashiwazaki y Kariwa. 


Eesti (petróleo de esquisto)

La potencia de las centrales energéticas basadas en este tipo de petróleo no convencional no es tan grande como la que pueden llegar a generar las hidroeléctricas o las nucleares, pero en todo caso la planta de Eesti, situada en Narva (Estonia), es la mayor de su categoría. Tiene una capacidad de 1.615MW.


En el año 2014 entró en el puesto número 15 del ránking de las 30 plantas de energía más contaminantes de la Unión Europea debido a la emisión de 10,67 millones de toneladas de CO2 al año. 


Shatura (turba)

La de Shatura (Rusia) es una de las instalaciones energéticas más antiguas del país. Figura como la mayor de las que trabajan con turba, aunque en realidad desde el año 2010 su funcionamiento se basa en una combinación de diversos combustibles: gas natural, turba, fueloil y carbón. Es capaz de ofrecer 1.500MW de potencia.


Shatura está formada por siete unidades que ofrecen esos 1.500MW de potencia. 


Imagen: Burger
Renovables
Drax (biomasa)

Drax está situada en el río Ouse (North Yorkshire, Inglaterra), a medio camino entre Goole y Selby, y es la mayor planta de energía tanto del Reino Unido como de Europa Occidental. Es capaz de generar 3.960MW y proporcionar alrededor del 7% del suministro eléctrico del país.


Drax abrió sus puertas en 1974 y desde entoces ha sufrido varias ampliaciones. 


Imagen: shirokazan
The Geysers (geotérmica)

Un total de 22 plantas geotérmicas es lo que se esconde en el complejo de The Geysers, el mayor campo de este tipo del mundo. Se encuentra a unos 120Km al norte de San Francisco (California), en las Mayacamas Mountains, y es capaz de generar 1.808MW.


The Geysers extrae vapor de más de 350 pozos. 


Imagen: Stepheng3
Three Gorges Dam (hidroeléctrica convencional)

En China van muy a lo grande y, entre otras, disponen de la mayor planta energética del mundo con una capacidad de 22.500MW. Se trata de una hidroeléctrica situada a orillas del río Yangtsé, en Sandouping.


Three Gorges ostenta el récord de ser la mayor instalación energética del mundo desde el pasado 2012. 


Imagen: Rehman
Bath County Pumped Storage Station (hidroeléctrica reversible)

Descrita como la mayor batería del mundo, esta planta situada en el condado de Bath (Virgina) ofrece una capacidad total de 3.003MW. Lo curioso de la Bath County Pumped Storage Station es que en periodos de baja demanda puede bombear el agua desde el depósito inferior hasta el superior.


Usa más energía que la que produce, pero permite que otras plantas de carbón, nucleares, etc. funcionen de manera más eficiente para reducir costes. 
Chief Joseph Dam (hidroeléctrica de agua fluyente)

Situada en el río Columbia (Washington), la Chief Joseph Dam es la mayor presa de su categoría en todo el mundo y es capaz de generar 2.620MW.


Chief Joseph es la segunda planta hidroeléctrica más grande de Estados Unidos. 
Sihwa Lake Tidal Power Station (mareomotriz)

Fue en 2011 cuando la Sihwa Lake Tidal Power Station, ubicada en Corea del Sur, le arrebató el honor de ser la mayor de su categoría a la francesa Rance Tidal Power Station, la cual había ocupado el trono durante nada menos que 45 años.


La Sihwa tiene una capacidad de producción de 254MW. 


Imagen: 핑크로즈
Solar Star (fotovoltaica)

Cerca de Rosamond (California) encontramos la Solar Star, la mayor instalación energética fotovoltaica del mundo gracias a sus 1,7 millones de paneles solares. Su capacidad de producción es de 570MW.


Solar Star reparte sus paneles solares a lo largo y ancho de 13Km cuadrados. 


Imagen: Solterra
Golmud 2 (fotovoltaica de concentración)

En esta categoría vuelve a ser China la que dispone de la central más grande gracias a la Golmud 2, que ofrece una capacidad de 60MW.
Ivanpah Solar Power Facility (solar térmica)

Situada en el desierto del Mojave, a 64Km al suroeste de Las Vegas, la Ivanpah se erige como la central solar térmica más grande del planeta con una capacidad total de 392MW.


El sistema de la Ivanpah está formado por tres plantas solares térmicas que ocupan 1.600 hectáreas de terreno. 


Cuenta con un total de 173.500 heliostatos, cada uno de ellos con dos espejos. 

Imágenes: DayliTech
Aguçadoura (undimotriz)

Esta la tenemos cerca: en Portugal, concretamente a 5Km de la costa cerca de Póvoa de Varzim, al norte de Porto. Fue la primera instalación de su tipo en todo el mundo y sigue siendo la mayor, con una potencia de 2,25MW.


Aguçadora dispone de tres convertidores de de energía de olas Pelamis. 
Gansu (eólica)

Todavía está en construcción, pero cuando el parque eólico de Gansu (China) esté completamente finalizado se convertirá en el mayor de su categoría. Ojo la potencia: 5.160MW, muy por encima de la siguiente instalación de este tipo (Muppandal, India, 1.500MW).


En términos de capacidad, Gansu está cerca de lo que ofrece la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa. 


Imagen: Popolon
London Array (eólica marina)

Si hablamos de parques eólicos marinos, también conocidos como offshore, el London Array se lleva la palma con sus 175 turbinas capaces de ofrecer 630MW. Es la mayor planta eólica marina del mundo y la eólica de mayor capacidad en Europa.


El London Array está situado a 20Km de la costa de Kent. 

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Imagen de apertura | Alex Lang