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viernes, 29 de enero de 2016

Uruguay, paraíso de las renovables

Marta H. Vázquez | Foto: Gamesa


En tan solo siete años, Uruguay ha conseguido que el 94,5% de su electricidad provenga de energías limpias.

El reto que en 2008 se propuso Uruguay no era apto para incrédulos: nada menos que conseguir en 2015 una tasa del 100% de electrificación, el 50% de la cuota de energías renovables en el suministro de energía primaria y el 15% de la generación eléctrica a partir de renovables no convencionales. Pues bien, siete años después, el país latinoamericana se ha convertido en un ejemplo para el mundo. Hoy, el 94,5% de su electricidad proviene de energías limpias, lo que además ha permitido reducir drásticamente tanto su huella de carbono como el coste en electricidad.

El impulso de la estrategia de Política Energética 2005-2030 ha sido concluyente en la revolución verde que ha experimentado Uruguay en estos últimos años. De hecho, a principios de siglo el petróleo constituía el 27% de las importaciones uruguayas y un nuevo gasoducto acababa de empezar a suministrar gas procedente de Argentina. Tal ha sido la vuelta de tuerca que no solo lleva tres años sin importar electricidad al país vecino, sino que en el verano de 2014 le vendieron un tercio de su producción. De importador de energía contaminante, Uruguay ha pasado a ser exportador de energía limpia.

La importante inversión realizada en energía eólica, biomasa y solar (un 3% de su PIB anual) desde que se aplicara la nueva política en 2008, sumada a la presencia previa de centrales hidráulicas, ha derivado en un incremento del porcentaje de estas fuentes en la combinación energética total de hasta el 55%, mientras la media europea apenas supera el 20%, y la global, el 12%.

Uno de los artífices de esta revolución energética es el físico Ramón Méndez Galain, director Nacional de Energía desde 2008. «La introducción de energías renovables aumenta nuestra soberanía energética. Es un tema de supervivencia de la economía. Todo esto permitió garantizar el suministro, cosa que históricamente en Uruguay no era trivial», declaraba Méndez el pasado julio a El País. «Lo que hemos aprendido es que las renovables son sencillamente un negocio financiero. Los costes de construcción y mantenimiento son bajos, por lo que, mientras se ofrezca a los inversores un entorno seguro, estas energías resultan muy atractivas», aseguraba.

El parque eólico de Peralta, el de mayor extensión de Uruguay, construido y gestionado por la empresa alemana Enercon, es buena prueba de ello. A los bajos costes de mantenimiento se une la estabilidad de precios, ya que el Estado garantiza un precio fijo durante 20 años. Peralta se ubica en la Ruta 5 desde Montevideo hacia el norte del país. A lo largo de los 250 kilómetros de carretera, se atraviesan dos parques eólicos más y tres plantas agroindustriales que funcionan con biocombustible.

La competencia está haciendo bajar los precios de las licitaciones, con lo que se han reducido los costes de generación de electricidad más de un 30% en los últimos tres años, según explica Méndez. Según él, la clave del éxito es «una toma de decisión clara, un entorno normativo que ayude y una sólida relación entre el sector público y el privado»que, junto a unas condiciones naturales óptimas (intensos vientos, buena radiación solar y gran cantidad de biomasa procedente de la agricultura) hacen de Uruguay el paraíso del sector de las renovables.

No extraña pues que en 2013 el país ocupara el cuarto lugar como el país que atrajo la mayor cantidad absoluta de inversión en América Latina, alrededor de 1.100 millones de dólares, ni que en 2014 fuera el país de América Latina con la mayor tasa de crecimiento de las inversiones en energías limpias. «El marco normativo de Uruguay para las tecnologías solares es quizás uno de los más completos de la región. Incluye al menos 17 instrumentos jurídicos que favorecen la expansión de dichas tecnologías», recoge el informe Líderes en energías limpias, elaborado por WWF. «En particular, los calentadores solares se han convertido en una prioridad para Uruguay. En el 2009 el gobierno promulgó la Ley de Energía Solar Térmica, que declara la investigación, el desarrollo y la creación de capacidad en esta tecnología como una cuestión de interés nacional para el país», explica el documento.

En diciembre el mundo fue testigo de las negociaciones sobre el clima celebradas en París, con el objetivo de poner fin a la era de los combustibles fósiles. Uruguay no es ni uno de los países más poblados (3.4 millones de habitantes), ni el más rico (en el 2013, su PIB fue de 55.7 mil millones de dólares) en la región, pero está definiendo las tendencias mundiales en materia de inversiones en energías renovables. No estaría de más que los delegados climáticos pusieran la lupa en este pequeño país al otro lado del Atlántico.

Publicado en ETHIC

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